La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida.

Juan Pablo II

martes, 25 de marzo de 2014

Mejor con chocolate...

¿Qué tal la semana delante de la cámara? ¿Difícil?

 Desde que tengo hijos, reconozco que me gusta mucho más estar detrás de la cámara. De hecho, me gustaría llevar una encima cada segundo para captar la vida de mis hijos:

 - un gesto simpático de Francisco Javier,
 - la fila de coches interminables que ha conseguido hacer Sam,
 - los bailes locos de Marta,
 - los deberes impecables de Juanma,
 - las inteligentes deducciones de mi hijo Miguel...

 A veces, eso de las gafas google no suena tan mal. Mi vida ahora está llena de "momentos inolvidables" y me gustaría poder tener una libreta para apuntarlos y recordarlos. ¡Que pena que no pueda ser así! Aunque me gusta pensar que un día, allá arriba, volveré a poder disfrutar de todos los momentos vividos con mucha más intensidad.

 No creo que Dios deje que todos estos momentos se pierdan en el tiempo.

 He aquí un claro ejemplo de lo que hablo: dejo para el recuerdo la experiencia del primer helado de chocolate de mi hijo Sam. El abuelo "recompensó" este sábado a sus nietos con unos fabulosamente enormes cucuruchos de chocolate. Sam nunca había probado uno y creo que la sobreexcitación de tener uno para él solo delante suya le provocó una llantera de confusión. La abuelita vino al rescate y lo sentó en el suelo para que disfrutase a sus anchas y sin temor de ese nuevo "trofeo".

 He aquí el resultado...
 
Esos enormes ojos siempre acaban hechizándome...


Saludos, Ana.

jueves, 20 de marzo de 2014

Ponerse delante de una cámara

Un blog que sigo planteaba celebrar la "semana delante una cámara". Me chocó la petición y leí con atención el post. Me gustó lo que leí.

 Planteaba que siempre hay alguien en toda familia que se dedica a hacer fotos y a esconderse tras la cámara, de forma que, cuando venía el resto a darse cuenta, no había apenas fotos de él o ella. En mi caso, enseguida supe quién es esa persona, mi padre. En todos los álbumes que tenemos de pequeños, podría salir como mucho en cinco fotos. Creo que no más.

 Ayer fuimos a celebrar con mi suegra y mis cuñados el día del padre. Hicimos fotos...y creo que se puede identificar claramente quien se esconde tras la cámara en mi familia...



 Hay que romper con esa tendencia... al fin y al cabo, dentro de unos años, mis hijos bucearán entre todas estas fotos buscando imágenes para recordar... y pasará como a mí ahora, que apenas puedo encontrar alguna de mi padre.

 Así que, "semana de ponerse delante de una cámara". Como ejercicio, intentemos hacer al menos una foto diaria a aquéllos que tienden a desaparecer. Y si es divertida, mejor que mejor. Voy a intentar cumplir ese propósito, si lo logro, ya veremos.

Saludos, Ana.

PD. ¡Conseguido!

miércoles, 19 de marzo de 2014

Feliz día del padre...

Gracias por hacer realidad mis mejores sueños.



 No somos ricos, pero tenemos enormes riquezas que compartir. 

jueves, 13 de marzo de 2014

Tres preciosos meses

Francisco Javier, (o "Francisquito" como empieza a llamarlo Juanma), cumplió ayer tres meses de vida. Anoche me acordaba del día que conocimos su llegada a esta familia y pensaba en lo rápido que pasa todo. Los nueve meses de embarazo pasaron volando, (incluidos los cinco primero que pasé en el aseo vomitando). Entonces pensaba cómo íbamos a apañárnoslas con cinco en casa, ahora, no me planteo mi familia sin él.

 ¡Bienvenido a esta familia, Fco.!, pensaba. Dios es muy inteligente, y sabe más que nosotros. Efectivamente, podíamos con uno mas. A pesar de tener todo en contra, Tú vas y nos sorprendes con otra vida. Gracias por contar con nosotros. Y gracias por este tremendo regalo.





Saludos a todos, Ana.

viernes, 7 de marzo de 2014

Tiempo para todos

Cuando me suelo encontrar con alguien que no me conoce y surge en la conversación el número de hijos, la pregunta que suele lanzarme caritativamente es: "Pero, ¿tienes tiempo para todos?" y yo, me sonrío para mí pensando en que es imposible entender cómo funciona una gran familia, salvo que se forme parte de ella.

Ayer dejé a Fco. Javier sentado en la hamaquita, y dejé al mayor a cargo de él. Si ves que tus hermanos se acercan me avisas, le dije. Al poco rato de no escuchar nada (eso es señal de que todo va bien), mi marido se acercó al aseo y riéndose me dijo que fuera al salón.

Al llegar me encontré con esta estampa:

Mi hijo Samuel, que sólo tiene dos años, le estaba dejando sus juguetes más preciados: sus coches. Pensé en todas esas personas que piensan que no soy capaz de educarlos adecuadamente por el hecho de tener cinco, y me reafirmé en mis creencias: que mis hijos aprenden en casa las principales virtudes que les ayudará en su vida: la generosidad, el desprendimiento, el compartir, el no ser el centro del mundo, la austeridad... Y sí, es cierto que no puedo llevarlos a inglés, natación, kárate, yoga y miles de actividades extraescolares. Pero a cambio aprenden diariamente el arte de ayudarse mutuamente (el mayor ahora ayuda al mediano en sus deberes, y el mediano ayuda a la siguiente...), a resolver conflictos (eso ocurre cada segundo), a negociar para obtener aquéllo que quieren, a renunciar a otras cosas... 

Sinceramente creo que la casa es la mejor escuela para la vida, y estas fotos me lo demuestran. Samuel con dos añitos está aprendiendo a lidiar con los celos de hermanito, pero creo que lo está consiguiendo estupendamente. Tiene el ejemplo de sus hermanos mayores que adoran al pequeño. 

Y eso me ayuda a seguir adelante con su educación. Si un niño de dos añitos es capaz de superar sus frustraciones (ya no soy el pequeñin de la casa) y responde dando lo que más quiere a ese rival (Fco. Javier), sé que podrá superar frustraciones mucho más duras en un futuro. ¡A ver qué actividad extraescolar enseña eso!

 Saludos, Ana

jueves, 6 de marzo de 2014

Miércoles de Ceniza

Ayer fuimos a nuestra parroquia con los críos para ponernos las cenizas. Llevamos ya varios días explicando en casa el sentido de la Cuaresma, y hemos intentado hacer un plan cuaresmal en familia. Cada uno, a su edad, se ha planteado algún pequeño sacrificio que ofrecer (e intentar cumplir, que es más difícil, jeje). Para servir de ejemplo, les dije que entre otras cosas más íntimas, me había propuesto dejarme el chocolate. Mis hijos saben que uno de mis placeres diarios consiste en comerme unas onzas de chocolate puro después de comer... hummm.... 

Mi hija, que es muy lista, se ocupa de llevarme siempre dos onzas de chocolate a mi sillón, porque luego me mira que esos ojos profundos que tiene y me dice: ¿lo compartimos, mami? Y claro, así he pasado de comer cuatro onzas a comer sólo dos, pero bueno, bien merece la pena esos ojos. 


Como bien dice mi hermano, mi marido va a tener que comprarse pronto un rifle para eliminar pretendientes

El caso es que captaron la idea y me encantó escuchar de la boca de Miguel que "sólo vería TV tres días a la semana (no incluido los sábados, claro, que tocaba película en el Pedregal)" o a Juanma decir que " no se pelearía con Miguel estos días", (esto último lo tengo que ver yo).

Marta, aunque no lograba entender muy bien de qué se trataba el plan, dijo que "no comería más chuches" y Sam como no habla, se ha librado (este año, al menos). Entre los tres mayores acordaron que el sacrificio de Fco. Javier sería "llorar menos para dejar a mamá descansar" y yo estoy 100% de acuerdo aunque por ahora se ha hecho el despistado porque no ha cambiado mucho la cosa. 

En fin, veremos cómo se va desarrollando la Cuaresma. Por ahora promete. :) Pero con la ayuda de Dios... y unos hermanos acusicas, seguro que llegamos al Domingo de Resurrección con los deberes hechos.

Saludos, Ana.





martes, 4 de marzo de 2014

Happy pancake Day!!

Esta tarde tenía pinta de ser una buena tarde...

Mi hijo mayor ha venido del cole diciendo que "sólo" tenía que hacer unos deberes: cocinar unos pancakes para merendar puesto que hoy se celebra en Inglaterra el "Pancake day". Cualquiera que tenga hijos sabe que eso significa que "mamá" hoy tiene deberes, que casualmente coinciden con los de su hijo.

Así que, a pesar de que anoche descansé poco porque a mi hijo pequeño le había dado reacción la vacuna de los dos meses, he sacado fuerzas para sacrificar mi siesta y ponerme manos a la obra (o mejor, con las manos en la masa).  Todo sea por el "pancake day".

Mis incautos hijos antes de probar los pancakes

 Aquí hago un inciso y doy gracias a la comercial que me vendió mi Thermomix. No hay día que no me acuerde de ella. Gracias a esta máquina, soy capaz de continuar cocinando y sobrevivir a la familia numerosa. Creo que deberían regalar una a las familias que van a sacarse el carnet de familia numerosa. Es como decirles, aquí tiene a su ángel de la guarda, con él podrá cocinar sin peligro de que ponga fuego a la cocina por algún olvido.

 Mi hijo mayor y yo hemos preparado la masa y la hemos reposar 30 minutos para que la levadura hiciera efecto.

Primer error de novata: decirles a mis hijos que estaba haciendo pancakes. ¡Han sido 30 minutos laaarrgooooossss! Mama, ¿están ya? (mi hija a los 30 segundos de reposo), mamaaaaaaaaaa, ¿Cuánto le faltan? (mi hijo Juanma a los 2 minutos), Mamá, ¿estará ya la masa? (Mi hijo Miguel a los 2 minutos)...y así hasta que mi paciencia se ha agotado y ha estallado la llamada "furia de mamá":

                     ¡¡Quereis dejarme en paz de una vez!! ¡Cuando estén os aviso!

Todo eso mientras daba gracias por primera vez porque mi hijo Sam aún no articula palabra. El caso es que pasados 30 minutos por fin he empezado a hacerlos.

-Segundo error de novata: la guerra de los vasos de colores. Compré en el Todo a Cien unos vasos de cristal monísimos y de colores. Pensé que a mis hijos les gustaría... y no me equivocaba. ¡Les encanta! El problema es que CU-RI-O-SA-MEN-TE todos quieren el mismo color según el día. Los lunes es el azul, los martes el amarillo, los miércoles el rojo... Así que, hoy siendo martes tenía la guerra montada porque sólo hay dos vasos amarillos y... mis hijos son cuatro (no contamos al pequeñín).

 ¡Hoy me toca a mí el amarillo! Noooooo, me toca a míiiiiiii, Noooooo a ti te tocó ayer....

 Yo me acuerdo de la santa Paciencia de la que hablaba Sta. Teresa y me preguntó que dónde estará. En mi cocina no la encuentro, eso seguro.

Sigo con los pancakes y por fin termino de cocinarlos. Salgo con el plato lleno al salón y me encuentro a mis cuatro hijos sentados en su mesa con el tenedor en la mano (Si sólo esperasen así los días de potaje...).

 ¡¡Bien!! Los pancakes... gritan todos a la vez mientras empieza la guerra de los siropes.

-Yo quiero el sirope de Arce, dice Miguel. Noooo, el sirope de Arce es mío, tu coge el otro -dice Juanma. Mientras tanto, Marta ha cogido el chocolate y lo ha esturreado por todo el plato, que se parece ya más a una piscina repleta de líquido pegatoso... En fin, me armo de paciencia y distribuyo los siropes... pero querido lector, aún queda una batalla, y quien sea padre sabrá cual és:

LA BATALLA POR EL PANCAKE MÁS GRANDE.

 - Yo quiero el más grande, dice Juanma.
- No, -responde Miguel con lógica- son mis deberes y he ayudado yo a mamá.
Marta empieza a llorar porque sabe que tiene esta lucha perdida, no tiene ni fuerza ni razón. ¡BUAHCGGG! yo quería el más grande.... dice llorando.
Y Samuel, el más listo, coge el pancake más grande mientras los demás discuten.

 Pongo paz y distribuyo con sabiduría: "Tú este, tú este y tú este porque lo digo yo y se acabó". Y mis hijos, que ya van aprendiendo esto de la furia de mamá, se callan.

Por fin, llega la hora de hincar el diente y me siento en la mesa satisfecha conmigo misma. ¡Que buena madre soy!... y entonces mi hija que era la primera en dar un bocado lo escupe con cara de asco y dice:

 ¡Estan asquerosos!

 Estoy a punto de mandarla a su cuarto castigada hasta que cumpla la mayoría de edad cuando veo que el resto le sigue y hace lo mismo... Y siendo una familia que adora los pancakes me preocupo y pienso que ocurre algo. Me meto un trozo y... VEO QUE LES HABÍA ECHADO SAL PENSANDO QUE ERA AZUCAR. ¡Están incomestibles de tanta sal que llevan!

 Vencida, recojo todos los pancakes, los tiro a la basura, y les llevo a cada uno un yogurt azucarado.
Mis hijos se los comen sin rechistar intuyendo que no es buen momento para protestar (Hay que ver lo que aprenden en una familia numerosa...).

 Moraleja: cuando la seño envíe deberes a casa, que los hagan los críos.

 Saludos: Ana